📚EvoVerses: El Evo perdido — Relato #3 [Spanish]

Una pequeña figura descansa a los pies de un majestuoso roble. El sol ha comenzado a esconderse, tiñendo el cielo de un precioso color anaranjado. Algunos llaman a este momento del día la hora mágica, aunque a Abigail, la niña que duerme plácidamente bajo el árbol no parece importarle.

— No me lo puedo creer Abby, ¿te has quedado dormida? ¡despierta ahora mismo!

Una muchacha de rasgos similares a Abigail ha comenzado a zarandearla sin piedad. Se trata de Samantha, su hermana mayor, quien ha venido corriendo desde el otro lado del parque. Ambas comparten el mismo color de pelo rubio ceniza, aunque Abigail lo lleva suelto y algo más despeinado que Samantha, quien lo lleva recogido en una larga coleta.

— ¡Por favor, déjame un ratito más, Sam! Estaba soñando que volaba a lomos de un Magistral, y no te imaginas lo pequeñitas que se veían las personas desde allá arriba, ¡parecían hormigas! — la niña intenta zafarse de su hermana sin demasiado éxito.

— No Abby, levanta, tenemos que irnos. Se está haciendo tarde y mamá me echará la culpa a mí si no llegamos a tiempo para cenar.

— Bueno, vale. De todas formas, ya me has arruinado el sueño. Tendré que dibujarlo para no olvidarlo, de verdad, ¡era alucinante!

— Genial, ya me contarás el resto de camino a casa, pero levanta de una vez. A propósito, ¿se puede saber dónde está Kitsul?

— Pues está aquí mismo durmiendo conmigo, dándome calorcito.

Abigail mira a su lado, donde todavía se puede atisbar la pequeña forma de Kitsul en el césped hundido, aunque no hay ni rastro del Evo. La niña se incorpora y da vueltas sobre sí misma, abriendo mucho los ojos.

— ¡No está!

— Ya, eso es evidente. — Samantha niega con la cabeza mientras se cubre el rostro con la palma de la mano — . Abby, ¿has perdido a tu Evo?

— ¡No, estaba aquí! — ella responde con voz temblorosa — . Pero es muy curioso, y cualquier sonido u olor llama su atención…

Samantha suspira y le ofrece la mano. La voz de su hermana suena angustiada y parece que está a punto de quebrarse, así que sonríe tratando de tranquilizarla.

— Seguro que está por aquí cerca, ven, te ayudaré buscarlo.

Abigail toma la mano de su hermana mientras su culpabilidad va en aumento.

— Cómo no he podido darme cuenta, soy un desastre… ¡Kitsul! — la niña comienza a llamar al Evo mientras mira a todos lados, preocupada — ­. Espero que no le haya pasado nada, ¿y si se ha alejado demasiado y no sabe volver? ¿y si no le encontramos?

— Tranquila Abby, ese Evo y tú sois inseparables, no se habrá ido sin más. Y confía en mí, ¿vale? Puede que tú seas un desastre, pero a mí se me dan bien estas cosas. Por muy lejos que te vayas, siempre te encuentro.

Las hermanas buscan al Evo por todo el parque, llamándolo por su nombre y preguntando a los Evonatics que todavía deambulan por allí. El recinto es conocido por ser el favorito de muchos aspirantes a participantes de Syndicate que ponen a prueba allí a sus evos. Sin embargo, los minutos van pasando y conforme va oscureciendo, el lugar se va vaciando de personas. Las chicas están cansadas y con el ánimo por los suelos, sin embargo, la esperanza renace cuando, a lo lejos, una de ellas cree ver una pequeña llama.

— Abby, ¿tú también ves eso?

— ¡Sí, lo veo! — la niña sonríe de oreja a oreja — . ¡Tiene que ser Kitsul, vamos!

Las niñas salen corriendo hacia el lugar donde la llama brilla con mayor intensidad. Cuando están lo suficientemente cerca, comienzan a llamar al Evo, quien salta del regazo de una desconocida que lo estaba acariciando. El evo saluda a las hermanas con alegría, mientras la figura que lo sostenía se acerca también a ellas.

— ¿Es vuestro este Kitsul? Lo encontré olfateando al mío mientras daba un paseo. Parecía perdido, así que lo estuve cuidando.

Las chicas se quedan petrificadas durante un momento. La mujer que les habla sonríe divertida, tiene el pelo corto y negro, con mechones rojos. A su lado hay otro zorro de cola llameante.

— Sí. Gracias. — Samantha responde apenas con un hilillo de voz — ­. Mi hermana lo perdió de vista y lo estábamos buscando.

— No me deis las gracias, adoro a los Kitsul. — ­la mujer mira al Evo con ternura — ­. Tenía la corazonada de que el dueño de este pequeñín aparecería pronto, así que me quedé con él esperando. Pero, si me disculpáis, he de irme ya. Tengo una reunión importante con la presidenta Bancroft y el resto de líderes de los equipos de Syndicate.

— ­¡Claro, adiós, un placer conocerla! Y gracias de nuevo por cuidar de Kitsul. — ­Abby sonríe tímidamente mientras sostiene a Kitsul, que juguetea con su pelo.

La mujer se despide de las niñas con un gesto y se da la vuelta, caminando hacia un chico que está apoyado en la puerta de un monovolumen negro y mira la escena divertido.

— ­Abby, ¿eres consciente de con quién acabamos de hablar? — Samantha mira a su hermana, quien asiente igual de emocionada que ella.

— Akane Himura. ¡Y ese de allí debe ser su hermano Hikaru!

— ¡Tenemos delante a los líderes de Hyperion!

— ¡Ya verás cuando se lo contemos a mamá y papá!

Cuando Abigail menciona a sus padres, Samantha se golpea la frente y después echa un vistazo rápido al reloj de su muñeca.

— Quizás si se lo contamos la bronca sea menos leve. Vamos Abby, ¡volvamos a casa!

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