Los dĂgitos del reloj proyector marcan las 2:34 de la madrugada, iluminando tenuemente la estancia con su luz azulada. A Luka le está resultando difĂcil conciliar el sueño, y por mucho que da vueltas en la cama es incapaz de encontrar una posiciĂłn cĂłmoda.
«La próxima vez, me llevaré mi almohada» se dice a sà mismo. «Me da igual la cara que pongan los demás. Nunca consigo dormir bien en estos hoteles, por muy lujosos que sean.»
El chico suspira mientras retira las sábanas que lo cubren y se sienta al borde de la cama. Al echar un vistazo rápido a la habitación en penumbra, sus ojos se detienen en un dispositivo con forma de disco que descansa sobre la mesita de noche. «Donde sea que estés descansando, Tytan, te envidio.»
Luka se incorpora resignado y coge su mĂłvil, el cual está enchufado a la corriente elĂ©ctrica junto a la Evocell. Tras desbloquear la pantalla, busca la aplicaciĂłn de mensajerĂa para entrar en su chat más reciente. El contacto no parece que estĂ© en lĂnea, sin embargo, Luka escribe lo siguiente:
TĂo, Âżestás despierto?
Después de unos segundos, la pantalla le devuelve el siguiente mensaje:
Ninguno de los dos deberĂamos estarlo.
El muchacho esboza una amplia sonrisa al leer la respuesta, a la cual contesta rápidamente:
Por supuesto que no. Te espero en la recepciĂłn en diez minutos.
Otro mensaje entra en el mĂłvil de Luka:
Mi hermana dice que eres una mala influencia, y estoy empezando a pensar que tiene razĂłn.
Luka sonrĂe con satisfacciĂłn y apaga la pantalla. A pesar del desorden, consigue encontrar su ropa y vestirse sorteando las maletas aĂşn sin deshacer que obstaculizan el pasillo. Antes de salir por la puerta, duda unos instantes, pero finalmente, se lleva la Evocell consigo.
Los pasillos del hotel están muy tranquilos y no se encuentra con nadie cuando sale del ascensor. El vestĂbulo sin embargo está algo más transitado, aunque Luka no reconoce a ninguna de las personas que deambulan por allĂ. DespuĂ©s de dedicar una amable sonrisa a la recepcionista, el muchacho apoya su espalda contra una de las dos columnas que hay a la entrada mientras espera a su compañero.
Pasados unos minutos, Luka siente como alguien le da unos golpecitos en el hombro. Al girarse, se encuentra con un chico de aspecto somnoliento que le devuelve la mirada. Lleva una gorra negra en la que pone Hyperion bordado en color rojo.
— Tenemos una rueda de prensa a las 8 de la mañana tĂo, y vamos a aparecer con unas ojeras comparables a las de un Moffunap.
— Hikaru, con ojeras o sin ojeras, la gente te adora. Hazte a la idea.
Luka consigue hacer reĂr a su compañero, el cual niega con la cabeza.
— Eso era antes. Cuando me vean asĂ, mi hermana se convertirá en la favorita de los dos.
— Bueno, pero Âżya deberĂas estar acostumbrado a eso no?
Hikaru sonrĂe y golpea a Luka en el hombro con suavidad.
— Pues claro.
Cuando los dos jĂłvenes salen del hotel, una frĂa llovizna les da la bienvenida al exterior. Luka se cubre la cabeza con la capucha de su abrigo impermeable, y Hikaru imita el gesto. A pesar de las horas intempestivas, la ciudad está más viva que nunca; con sus luces resplandecientes y sus calles abarrotadas.
Después de atravesar una gran avenida, los chicos cruzan la carretera y se meten por una calle más pequeña, deteniéndose delante de un edificio. El suelo mojado refleja las luces de neón del cartel, en el que puede leerse en letras azules y naranjas: The Evoasis arcade.
La entrada es subterránea, asĂ que los chicos descienden con cuidado las escaleras para llegar al interior. La persona que se encuentra custodiando la entrada, les pide un acceso especial que los chicos le muestran. El personal de seguridad asiente con la cabeza y les sonrĂe a ambos, haciĂ©ndose a un lado.
— Bienvenidos.
El lugar está repleto de máquinas recreativas de todas las clases, pero las más populares son las de simulaciones de combate Evo. Allà se desarrollan batallas en espacios virtuales a elección de cada Evonatic.
Luka y Hikaru se dirigen a una de esas cabinas e introducen sus respectivas Evocells en las ranuras habilitadas para ello. Una pequeña pantalla se despliega ante ellos y muestra diferentes escenarios en los que jugar.
— ¿Dónde quieres que se desarrolle el combate? — Luka mira a su compañero, el cual medita sus opciones durante unos instantes. Al final, parece decidirse por una.
— En el desierto.
A Luka se le escapa una carcajada.
— Va a ser una noche larga.
Una pequeña multitud comienza a congregarse alrededor de la cabina cuando comienza el combate. A pesar de su entrada sigilosa, Luka e Hikaru no pueden evitar ser reconocidos inmediatamente por los Evonatics.
— ¡Ese es el lĂder de VĂłrtex, Luka!
— ¡Y ese uno de los lĂderes de Hyperion, Hikaru, combatiendo aquĂ mismo en directo!
Los dos maestros están completamente inmersos en su propio mundo virtual, ajenos a los gritos de los fanáticos que nunca olvidarán esta noche.
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